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PARAR, CONTEMPLAR Y DISFRUTAR DEL MOMENTO


RESISTIR A LA VELOCIDAD INNECESARIA

Nos hemos programado para decidir y actuar, rápidamente, sin perder ni un minuto, y hemos convertido esa capacidad de hacer muchas cosas en el menor tiempo posible, o de tomar rápidamente decisiones que muchas veces producen efectos que no se imaginan y no se desean, en una virtud. Parece que la lentitud es incompatible con la necesidad de ser personas productivas, resolutivas y solventes en el día a día. Sin embargo ningún órgano de nuestro cuerpo está preparado para realizar sus tareas en menos tiempo del que necesita. Pensamos que 5 horas de sueño son suficientes cuando el organismo necesita 8, o que 10 minutos bastan para almorzar y reponer fuerzas, cuando una comida exige al menos 40 minutos para poder ser aprovechada y mínimamente disfrutada. Una ducha rápida después de saltar de la cama y antes de salir corriendo para el trabajo mientras se mastica el último bocado de una tostada es la mejor forma de comenzar un día más de estrés y agotamiento. El bienestar es cuestión de tiempo, y si hubiera una sola cosa que atesorar sería tiempo. Necesitamos tiempo para hacer menos cosas y hacerlas mejor. Parar, relajar y contemplar son los principios fundamentes de cualquier práctica de bienestar físico y mental, ya sea yoga, mindfulness, un buen masaje o un tiempo de charla con amigos. ¿Hay forma de resistir a la velocidad innecesaria para atesorar un poco de ese tiempo precioso?

 

TIEMPO PARA SOÑAR

A no ser que duermas normalmente entre 7 y 8 horas cada día, necesitas darle al sueño una hora más, cualquier otra tarea vespertina que retrase irremediablemente la hora de irse a descansar no vale tanto como los beneficios  que obtiene el organismo de una hora más de sueño. Hay muchos estudios que indican que una de las actividades que más tiempo consumen en las horas previas a irse a dormir, es ponerse a responder correos, navegar por las redes sociales o ver series de televisión… Robarle al sueño una hora para ver el siguiente capítulo de una serie de zombies, es como colocarse a propósito una piedra en el zapato. Es cierto que muchas veces se aprovechan esas últimas horas de día para acometer alguna tarea pendiente, del tipo planchar, poner la lavadora o escribir un diario, pero es mejor ponerse una camisa arrugada, aprovechar un día más la toalla o dejar el diario en blanco, que regatearle tiempo a la esencial tarea de dormir. Hay una hora en la que es imprescindible parar, relajarse y entregarse al sueño, es una cuestión de salud, y el mejor remedio contra la inflamación y el envejecimiento prematuro.  Una buena costumbre es la de tener un pequeño ritual de cuidado previo al descanso nocturno, una breve ducha caliente y un masaje ligero con un buen aceite perfumado, según el deseo del momento, es un modo de parar, relajar y quitarse de encima las prisas del día.

 

TIEMPO PARA PENSAR

Lo importante de un faro no es tanto la luz como los intervalos de oscuridad. No es posible estar todo el tiempo ON y pretender razonar con lucidez, tomar las decisiones adecuadas, saber qué hacer o qué decir en cada momento. La inmediatez se impone en todo, pero es una trampa, contestar mensajes al instante, aceptar o rechazar algo al momento… parece como si las personas que necesitan un poco de tiempo para decidir algo tuvieran un problema de agilidad mental o carecieran de criterio. Estamos tan presionados por la inmediatez como los viajeros del metro de Tokyo en hora punta. Es fundamental entrenarse de nuevo en la costumbre de tomarse un tiempo para pensar, que no es otra cosa que dejar pasar las emociones del instante para que la cabeza recupere su serenidad.  Tomarse un minuto antes de reaccionar a algo que nos irrita, darse una hora antes de responder a un mensaje que nos indigna y tomarse el fin de semana para aceptar o rechazar un proyecto que puede cambiarnos la vida. Esta práctica del parar para pensar mejor es un arte en que cualquiera puede iniciarse, basta con hacer una pausa voluntaria de 30 o 60 segundos, en cualquier cosa que estemos haciendo, y quedarse sin hacer absolutamente nada, mirando una luz, una planta o un cuadro en la pared. Si lo hacemos varias veces al día solo nos lleva unos minutos, pero el  cerebro se habitúa a responder en lugar de reaccionar.

 

TIEMPO PARA RESPIRAR

Afortunadamente no tenemos que pensar en respirar como pensamos en salir a correr cada día o lavarnos los dientes, solo cuando tenemos un problem respiratorio tomamos conciencia de la respiración y nos damos cuenta de que vivir es respirar. Hay una infinidad de disciplinas para ejercitar cualquier músculo del cuerpo, pero las prácticas más saludables para el organismo son las sirven para entrenar la respiración y el movimiento como un todo, y las prácticas más idóneas para la mente y el espíritu son aquellas que colocan toda la atención en la respiración, es la base de la meditación. Pero no es necesario sentarse en la postura del loto ni pretender alcanzar la quietud de un monje zen. Es suficiente con dedicar un momento a escuchar la propia respiración, a observar como se producen la inhalación y la exhalación, se puede hacer al acostarse, y es algo que ayuda a dormir. También se puede hacer al despertarse, respirando profundamente para sentir que seguimos con vida y agradecerlo. Una de las prácticas de bienestar más potentes es el ejercicio respiratorio controlado, una práctica que equivale a una verdadera gimnasia para todo el sistema respiratorio incluyendo todos los músculos que participan en el proceso. Es probablemente uno de los mejores entrenamientos posibles para ganar energía, claridad mental y serenidad.