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¿QUÉ SIGNIFICA EL SÍMBOLO DE EL JARDÍN DE HAMMAM?


¿QUÉ SIGNIFICA EL SÍMBOLO DE EL JARDÍN DE HAMMAM?


UN VIAJE AL EDÉN

El jardín es un refugio climático y la obra más acabada en la que el hombre colabora con la naturaleza, no para explotarla de manera despiadada, sino para aliarse con ella en un juego que enriquece y sublima. El jardín es crear poesía para todos los sentidos, una experiencia meditativa, o como dijo el poeta sufí Saadi en el siglo XVI, “un gran silencio” que invita a la contemplación, al placer de los sentidos y al éxtasis de sentirse vivos.

Es esta combinación de placer y poesía, o de sensualidad y espiritualidad, lo que hace única esta experiencia inmersiva que es el paseo por el jardín, una experiencia en la que se basa toda la historia y la creación de El Jardín de Hammam, cuidar el cuerpo y abrirse a la experiencia del momento. Un aroma que evoca un rincón del jardín, la caricia de un aceite sobre la piel, la profunda sensación de relax que proporciona un masaje, no son únicamente gestos de cuidado personal, pueden ser también rituales contemplativos, como pasear por el jardín con calma y con todos los sentidos bien abiertos. Toda esta historia es la que cuenta nuestro símbolo, la representación de una fuente y sus cuatro ríos sagrados, un icono milenario diseñado hoy.

 LA HISTORIA DE UN SÍMBOLO MÁGICO

Varios siglos antes de nuestra era los persas lo tenían todo, escritura, música, filosofía, arte y un amor sin límites por el jardín, que era a la vez poesía, placer y espiritualidad. El Chahar Bagh, literalmente “cuatro jardines”, es un concepto de jardinería en el que una fuente central de la que parten cuatro canales de irrigación, los “ríos sagrados” de leche, miel, vino y agua, divide el jardín en cuatro parcelas simétricas.  De esta idea de perfección y equilibrio de la simetría parte la dimensión espiritual y contemplativa de los jardines persas, los más hermosos de la historia de la humanidad, de los cuales quedan media docena en Irán, que son hoy patrimonio de la UNESCO.

Los jardines persas, que Cyro el Grande desarrolló en el siglo VI antes de nuestra era, alcanzaron un esplendor fuera de serie en el siglo XVI cuando Ispahan, la capital del imperio persa, se transformó en una verdadera ciudad-jardín, un ejemplo de urbanismo ecológico que cualquier urbe de este siglo puede envidiar.

Pero ya antes, los jardines persas se exportaron gracias a una de las inmigraciones más interesantes de toda la historia, la que trajo a multitud de sabios, artistas y artesanos a la corte califal de Córdoba y al resto de reinos de Al-Ándalus. Así buena parte de la península Ibérica se transformó en un vergel tan bello como productivo. Los jardines perdidos de Medina Azahara o los que aún se pueden ver en El Generalife de la Alhambra de Granada, son ejemplos singulares de lo que fue una verdadera revolución verde, un despliegue de arte e ingeniería, de poesía y de sensibilidad. 

Hoy nuestro símbolo es un recuerdo y un homenaje a los maravillosos jardines persas que encontraron en Al-Ándalus su expresión mediterránea, sublime y luminosa.

El ritual kessa que prefiere la piel del hombre