En Japón llevan un registro desde el año 800 sobre la fecha en la que cada año se produce la floración de los cerezos, un evento de carácter biológico, poético y espiritual que forma parte de la cultura japonesa y que ha llegado a convertirse en el fenómeno natural mas fotografiado del planeta junto con las auroras boreales. La cuestión es que este registro que se sigue manteniendo desde hace mas de 1200 años muestra como en las últimas décadas la floración de los cerezos se ha ido adelantando de manera alarmante, y no es que los cerezos se hayan vuelto locos, simplemente responden al cambio climático que progresivamente destruye la frontera entre las estaciones.
Cuando alguien de mas de 50 años comenta “ya no hay estaciones” la primera reacción es pensar que a partir de una cierta edad todo parece distinto a como era, error, en este caso ese comentario debería sonarnos a las trompetas del juicio final, sin estaciones la vida en general y la nuestra en particular pueden sufrir una transformación a la que será difícil adaptarse y que tendrá serias consecuencias para la salud, de hecho ya las tiene. Al igual que les pasa a los cerezos, nuestro microbioma y nuestro sistema inmunitario están programados para responder a los fenómenos externos, a los cambios estacionales, de manera que tanto la piel como las mucosas, las articulaciones o el intestino se adapten a cada estación y nos mantengan en forma.
Un buen artículo divulgativo de Marc Halpern, creador de la escuela Ayurveda de California, explica de manera bastante accesible de qué modo influye cada estación en nuestro organismo, el ayurveda es una sabiduría milenaria de salud que vale la pena tener en cuenta.
Como casi todo lo imaginable respecto a la salud y el bienestar del cuerpo y la mente fue tratado por los médicos de Al Àndalus desde el siglo IX, justo cuando los japoneses empezaron a registrar la floración de los cerezos, no podemos pasar por alto una maravilla de la época, El libro del cuidado de la salud durante las cuatro estaciones del año o Libro de la Higiene del médico y sabio universal, Ibn Al Jatib que vivió en el siglo XIV, en la Granada de los últimos reyes nazarís. Lo increíble de este libro que tiene casi ocho siglos de antigüedad es que su estructura, la teoría por un lado y la práctica por otro, y su propósito, mejorar la salud de las personas según su complexión y en cada
una de las estaciones del año, para prevenir enfermedades y mantener un buen estado de bienestar, son totalmente contemporáneos, y aunque la medicina preventiva y todas las técnicas a nuestro alcance han logrado que vivamos mas y mejor, la conexión entre nuestro organismo y los ciclos de la naturaleza sigue siendo exactamente la misma que en la época de Al Jatib.
En HAMMAM AL ÁNDALUS se propone un servicio estacional que va cambiando con cada ciclo de manera que nuestro cuerpo y nuestro cerebro en particular, sigan conectados con las estaciones. Del mismo modo la lógica de nuestra propuesta de cuidado de la piel en EL JARDÍN DE HAMMAM responde también al cambio de las estaciones, a la necesidad de recrear ese movimiento cíclico que tanto influye en la microbiota del manto de la epidermis, pero también en todo el proceso de percepción de los sentidos y del estado emocional.
En la línea de cosmética y aromacología EL JARDÍN DE LAS EMOCIONES hay aceites hidro-nutritivos y brumas tonificantes que permiten recrear a través del olfato y de las rutinas de cuidado, los ciclos naturales de las estaciones. Te invitamos a seguir leyendo la segunda parte de este post en la que te propondremos un modo sencillo de vivir las estaciones del jardín.